Puedo esperarte, paciente, sentada al filo de mis placeres, puedo fingir serenidad. Puedo ensayar mil mentiras, bailar al ritmo de cualquier excusa. Puedo entregar mi cabeza, redoblar la apuesta y saltar sin red. Puedo venderle estampitas al diablo de ser necesario, pero no me pidas que te deje ir.
No me faltes, no te alejes un segundo de mi piel. No me dejes en mi urgencia, envuelta en estas ganas que me asaltan al abrir los ojos y me recorren a galope de un recuerdo.
Puedo ser tan celestial como me pidas o recorrer los vastos infiernos llenando de maldiciones el aire. Sólo tenés que mirarme a los ojos y saber que mi voluntad es tuya. Sólo te necesito en mí, consumiéndome, calmando esta sed que vos mismo creaste.
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