viernes, 15 de febrero de 2008

Me cura



Ah! me olvidé de contar. En Atalaya sucede algo raro. En las noches de carnaval todo nuestro dolor se escapa de nuestro cuerpo en cada gota de sudor y se va a morir a una estrella lejana que hace tiempo olvidamos cuál es.


Y noche a noche la alegría nos contagia y nos conecta. Y por eso estoy mejor. Nos pintamos la cara pero no la sonrisa, porque esta brota de nuestros corazones cada vez que miramos a nuestro pueblo a los ojos y lo vemos ser felíz. Yo no sé si se entiende. Si se comprende que esta gente en comunión me limpia el alma. Pero es así. Me hacen bien. Y a todos, a la vida, al cosmos le hacen bien. No se puede pensar otra cosa de un grupo tan grande de gente trabajando de enero a enero por ser felíz. Y por brillar.

Cada año se termina recién la última noche de Carnaval, en un calendario distinto. El microcosmos de Atalaya nos envuelve y de verdad sentimos así. Todos. El año que pasó no se fué todavía. Lo estamos echando noche a noche. Y noche a noche seguimos pariendo la ilusión de un 2008 que todavía no empezamos a gastar. Porque va a empezar con los fuegos artificiales de la última noche de este carnaval que nos llena el corazón de energías para luchar contra la rutina y el hastío que nos trae este horrible deber de ser adultos. Pero por ahora, me voy a bordar un poco más mi caderín, porque mañana a la noche me toca brillar, me toca ser parte de esta magia que nos vuelve parte del aire y nos deja ser. Felices.

No hay comentarios: